viernes, 5 de agosto de 2011

Mitos urbanos de Enanos


Todos, en algún momento, hemos escuchados historias extrañas. Varias veces, distintas personas, nos relatan la misma historia. Se trata de mitos urbanos urbanos y leyendas urbanas. Por lo general estos mitos urbanos y leyendas urbanas encierran una historia espeluznante, un cuento de miedo y terror. Aquí les mostramos una selección de mitos y leyendas urbanas protagonizadas por enanos.

El enano del buzón Cuentan que en determinada esquina hay buzón. Dentro de ese buzón vive un enano. Se dice que, por la ranura para echar las cartas, él espía al mundo. Aprovecha su escondite para insultar a la gente, escupir a las viejas o mirarle las partes a hombres, mujeres y niños. Todas las cartas que llegan a ese buzón son leídas por el enano. El guarda las que comprometen a quienes escriben. Luego los extorsiona. A cambio de su silencio, pide sexo o que le corten las uñas de los pies. Las otras cartas, las inofensivas, son su alimento. Lo cierto es que las cartas que entran en ese buzón nunca llegan a destino.

El enano atropellado En la madrugada, cerca de algún cementerio, un conductor de ómnibus, debe esforzarse para no caer dormido. Nadie ha subido al micro, cuya parada final es una estación de trenes. Los ojos se le cierran y cabecea. Cada tanto cae en un breve dormir. En eso aparece un enano que, en medio de la calle, le hace señas para que se detenga. El conductor, falto de reflejos, no puede evitar atropellarlo. Asustado se da a la fuga. Cuando mira por el espejo retrovisor, no puede ver el cuerpo del enano. Sumamente asustado, quiere frenar para comprobar los daños en su vehículo. A las cuadras, se detiene y desciende. Abrazado al guardabarros está la enano. No parece estar herido pero se lo nota algo nervioso. En eso dice: "Pensé que no ibas a frenar y que iba a tener que viajar así hasta la estación".

La mujer de la carretera En alguna ruta perdida, un conductor aburrido decide levantar a alguien en la ruta. Por lo general se trata de una enana. Lo primero que llama la atención es que viste de modo anticuado. El conductor se siente algo incomodo. Hay algo extraño en esa enana, que no habla, es pálida y lleva los cabellos teñidos de negro azabache. Usa zapatos embarrados y tierra debajo de las uñas. En el algún momento, la enana parece dormirse y se inclina hacia el regazo del hombre. Al rato le practica sexo oral unas 10 o 15 veces seguidas. El hombre, debilitado, es vencido por el sueño. Cuando despierta, nota que la enana se ha ido. Vuelve a conducir y a los pocos metros ve una casa, donde hay ropa tendida. Entre la ropa no le cuesta reconocer el vestido de la enana. Se detiene y golpea a la puerta. Le abre un enano. El conductor pregunta por la dueña del vestido y el enano le responde que es de su tía abuela, pero que ella ha muerto hace décadas. El conductor entonces ve algo que lo paraliza. Por encima del hombro del enano, dentro de la casa, puede ver una peluca negra, y para su horror, ve que las uñas del enano están cubiertas de tierra.

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